Leyendo este blog hay quien se divierte, quien se duerme, quien reflexiona, tampoco falta quien se escandaliza, más raros son los casos de quienes han conseguido llegar al orgasmo, de lo que no se tiene constancia es de que nadie haya recuperado la cordura.
Dr. Strangelove, hijo del peculiar personaje kubrickiano, hombre de cierta edad y constatada degeneración, crítico de cine, experto en sexo tántrico y patafísico nuclear.
Profesor Marmordo, encargado de la sección literaria, tanto de la crítica como de presentar textos propios y de sus enfermizos amigos.
Tío Matt (de Bar), incansable traveler y mentor de Lobo de Bar en muchos aspectos de la vida.
Los amigos de Tucson, Arizona, suelen aportar interesantes documentos y noticias de otros lugares del planeta y parte del universo.
Hunter, periodista gonzo inclinado a todo tipo de excesos y ahora infiltrado en el terrible mundo de los negocios.
Vinicius Mond, ácido analista político-económico y conjurador radical, probable ascendiente de Mustafá Mond. Los demás miembros de la conjura no nos responsabilizamos de las opiniones de este sociópata y no pagaremos sus fianzas.
Narrador omnisciente, no sabemos de dónde coj**** sale ni cómo se entera de las cosas, pero no se le escapa una.
Enfrentar varias versiones de una misma canción siempre me ha parecido la mar de interesante, pero hasta la fecha me resistía a hacerlo porque ya era una sección consolidada en los blogs de Raúl y Sergio. Hoy he decidido dar el paso:
Winterlong apareció por primera vez en el álbum recopilatorio Decade, de Neil Young, en 1977, si bien, en 2006 se publicó en el álbum Live at the Filmore East, grabado en el concierto de 1970.
Los Pixies la versionaron para The Bridge: A Tribute to Neil Young, de 1989, y también aparecería en sus recopilatorios Complete B Sides (2001) y Wave of Mutilation: Best of Pixies (2004).
Dr. Strangelove: Hablaremos hoy de dos series que en
apariencia tienen poco en común pero que forman parte de la oledada de calidad
que nos llega desde la televisión.
Ambas están producidas por la cadena de pago AMC y se
enfrentan al inicio de la quinta temporada. Mad Men ya, para Breaking Bad aún
no hay fecha pero se espera que sea este verano. En el caso de la primera,
habrá al menos dos temporadas más, mientras que para Breaking Bad será la
última (aunque quizá emitida en dos tandas), residiendo aquí una diferencia
fundamental en el enfoque de la temporada, pero también en el de la serie desde
un comienzo, pues Mad Men es un flujo de acontecimientos que podría estirarse
más que Cuentamé mientras que Breaking Bad camina desde el primer capítulo
hacia un final.
Mad Men, supongo que casi todos lo sabéis, se desarrolla en
una empresa de publicidad en los años 60. La ambientación es uno de los fuertes
de la serie, y no se limita a lo estético, un recurso frecuente es el de
exponer situaciones de acuerdo con la mentalidad y las costumbres de la época
para que choquen con la forma de verlas hoy en día, así se tratan temas como el
machismo, las adicciones al alcohol y al tabaco, los prejucios raciales, la homofobia,
etcétera. La serie se desarrolla pausadamente, con altibajos que siguen el
ritmo de vida de unos personajes bien construidos, muy humanos y en continua
formación. Se definen muy bien las relaciones laborales y personales. El
carismático protagonista, Don Draper, está especialmente bien tratado.
En Breaking Bad, un anodino profesor de biología que
sacrificó su prometedora carrera se entera de que tiene un cáncer con pocas
expectativas de curación y decide fabricar metanfetamina de calidad para dejar
una herencia en condiciones a su familia. Esta arriesgada premisa podría haber
degenerado en un producto vergonzante, por suerte no fue así. La serie es un
continuo tour de force repleto de personajes excesivos. Si en Mad Men vemos la
evolución de los personajes en un entorno y en unas vivencias relativamente
normales, aquí su desarrollo se magnifica por lo extremo de situaciones.
Conforme avanzan las temporadas el discurso es más oscuro, y no empieza
precisamente en un mundo multicolor, cada vez hay menos humor negro y más drama
sombrío de tintes psicológicos.
Las dos series son técnicamente extraordinarias y si en Mad
Men destaca la labor de vestuario, en Breaking Bad lo hace la fotografía con
sus contrapicados, su rico cromatismo y esos cielos de Nuevo México que parecen
tener vida propia.
Un análisis profundo de estas series daría para un libro,
pero prefiero dejar este bosquejo de momento, más estando todavía incompletas.
Disfruten de ellas, de Mad Men como si degustasen plácidamente un Old fashioned,
de Breaking Bad como si se metieran un buen chute de metanfetamina azul.
La Crepa, en la calle
Francisco de la Ripa, fue la primera crepería de Zaragoza, abierta nada más y
nada menos que en 1976. A día de hoy ya no se dan cenas, pero es un bar con
mucho encanto.
No hay un cartel con
el nombre del bar en la puerta, su símbolo distintivo es un farol que se
enciende cuando está abierto, muy distinguible en una calle solitaria y oscura
que sorprendentemente fue una zona de bares, extinta hace tiempo.
Es un bar pequeño, a
la derecha según se entra hay un par de mesas con bancos bastante nuevos
comparados con el resto del local. A la izquierda hay una barra larga y una
columna. El bar está decorado con cachivaches, carteles de cervezas y una amplia
variedad de botellas. El conjunto es algo recargado sin resultar agobiante.
Además, está bastante más limpio de lo que cabría esperar en un bar de estas
característias, si bien, el baño de tíos es de tipo letrina y no goza del mejor
de los olores.
El dueño, Nano, es
todo un personaje, nómada hace mucho afincado en Mañoland por amor, aficionado
a contar chistes cortos, a hablar sobre la vida y a tararear las canciones que
van sonando.
La música no es
estridente: rock, country, folk, algún cantautor... y abundan las versiones.
Los jueves acuden a tocar en directo unos cuantos amigos y conocidos, fieles al
lugar, sin grandes pretensiones (aunque también va gente muy buena) y mucho
buen rollo, se crea una gran atmósfera.
El resto de la
semana el ambiente es tranquilo y disfrutable, con clientela variada pero no
especialmente joven. Es un antro del absoluto gusto goliardesco. Las bebidas no son baratas, pero hay una amplia variedad
para el tamaño del establecimiento y siempre he defendido que recrearse en un
sitio así merece un pequeño gasto adicional, quien no aprecie la vida de bar, que vaya a los establecimientos de birras a un euro.
Me reservo el
derecho de concederle las míticas 7 BOBs a este bar, de momento, le pongo 6
BOBs.