jueves, 29 de marzo de 2012

Winterlong

Enfrentar varias versiones de una misma canción siempre me ha parecido la mar de interesante, pero hasta la fecha me resistía a hacerlo porque ya era una sección consolidada en los blogs de Raúl y Sergio. Hoy he decidido dar el paso:

Winterlong apareció por primera vez en el álbum recopilatorio Decade, de Neil Young, en 1977, si bien, en 2006 se publicó en el álbum Live at the Filmore East, grabado en el concierto de 1970.



Los Pixies la versionaron para The Bridge: A Tribute to Neil Young, de 1989, y también aparecería en sus recopilatorios Complete B Sides (2001) y Wave of Mutilation: Best of Pixies (2004).



domingo, 25 de marzo de 2012

Mad Men versus Breaking Bad


Dr. Strangelove: Hablaremos hoy de dos series que en apariencia tienen poco en común pero que forman parte de la oledada de calidad que nos llega desde la televisión.

Ambas están producidas por la cadena de pago AMC y se enfrentan al inicio de la quinta temporada. Mad Men ya, para Breaking Bad aún no hay fecha pero se espera que sea este verano. En el caso de la primera, habrá al menos dos temporadas más, mientras que para Breaking Bad será la última (aunque quizá emitida en dos tandas), residiendo aquí una diferencia fundamental en el enfoque de la temporada, pero también en el de la serie desde un comienzo, pues Mad Men es un flujo de acontecimientos que podría estirarse más que Cuentamé mientras que Breaking Bad camina desde el primer capítulo hacia un final.

Mad Men, supongo que casi todos lo sabéis, se desarrolla en una empresa de publicidad en los años 60. La ambientación es uno de los fuertes de la serie, y no se limita a lo estético, un recurso frecuente es el de exponer situaciones de acuerdo con la mentalidad y las costumbres de la época para que choquen con la forma de verlas hoy en día, así se tratan temas como el machismo, las adicciones al alcohol y al tabaco, los prejucios raciales, la homofobia, etcétera. La serie se desarrolla pausadamente, con altibajos que siguen el ritmo de vida de unos personajes bien construidos, muy humanos y en continua formación. Se definen muy bien las relaciones laborales y personales. El carismático protagonista, Don Draper, está especialmente bien tratado.


En Breaking Bad, un anodino profesor de biología que sacrificó su prometedora carrera se entera de que tiene un cáncer con pocas expectativas de curación y decide fabricar metanfetamina de calidad para dejar una herencia en condiciones a su familia. Esta arriesgada premisa podría haber degenerado en un producto vergonzante, por suerte no fue así. La serie es un continuo tour de force repleto de personajes excesivos. Si en Mad Men vemos la evolución de los personajes en un entorno y en unas vivencias relativamente normales, aquí su desarrollo se magnifica por lo extremo de situaciones. Conforme avanzan las temporadas el discurso es más oscuro, y no empieza precisamente en un mundo multicolor, cada vez hay menos humor negro y más drama sombrío de tintes psicológicos.


Las dos series son técnicamente extraordinarias y si en Mad Men destaca la labor de vestuario, en Breaking Bad lo hace la fotografía con sus contrapicados, su rico cromatismo y esos cielos de Nuevo México que parecen tener vida propia.

Un análisis profundo de estas series daría para un libro, pero prefiero dejar este bosquejo de momento, más estando todavía incompletas. Disfruten de ellas, de Mad Men como si degustasen plácidamente un Old fashioned, de Breaking Bad como si se metieran un buen chute de metanfetamina azul. 

sábado, 3 de marzo de 2012

Crítica de bar: La Crepa


La Crepa, en la calle Francisco de la Ripa, fue la primera crepería de Zaragoza, abierta nada más y nada menos que en 1976. A día de hoy ya no se dan cenas, pero es un bar con mucho encanto.

No hay un cartel con el nombre del bar en la puerta, su símbolo distintivo es un farol que se enciende cuando está abierto, muy distinguible en una calle solitaria y oscura que sorprendentemente fue una zona de bares, extinta hace tiempo.

Es un bar pequeño, a la derecha según se entra hay un par de mesas con bancos bastante nuevos comparados con el resto del local. A la izquierda hay una barra larga y una columna. El bar está decorado con cachivaches, carteles de cervezas y una amplia variedad de botellas. El conjunto es algo recargado sin resultar agobiante. Además, está bastante más limpio de lo que cabría esperar en un bar de estas característias, si bien, el baño de tíos es de tipo letrina y no goza del mejor de los olores.

El dueño, Nano, es todo un personaje, nómada hace mucho afincado en Mañoland por amor, aficionado a contar chistes cortos, a hablar sobre la vida y a tararear las canciones que van sonando.

La música no es estridente: rock, country, folk, algún cantautor... y abundan las versiones. Los jueves acuden a tocar en directo unos cuantos amigos y conocidos, fieles al lugar, sin grandes pretensiones (aunque también va gente muy buena) y mucho buen rollo, se crea una gran atmósfera.

El resto de la semana el ambiente es tranquilo y disfrutable, con clientela variada pero no especialmente joven. Es un antro del absoluto gusto goliardesco. Las bebidas no son baratas, pero hay una amplia variedad para el tamaño del establecimiento y siempre he defendido que recrearse en un sitio así merece un pequeño gasto adicional, quien no aprecie la vida de bar, que vaya a los establecimientos de birras a un euro.

Me reservo el derecho de concederle las míticas 7 BOBs a este bar, de momento, le pongo 6 BOBs.