miércoles, 24 de agosto de 2011

La comedia en el cine, una visión (II)

Dr. Strangelove: Hablamos el otro día sobre la comedia en el cine desde una perspectiva bastante anglosajona, que como en casi todo el mundo del séptimo arte nos ha ofrecido tanto obras maestras como infames bazofias.

De Reino Unido ya hablamos de los geniales Monty Python y su humor surreal y de Guy Ritchie con sus primeras películas. El célebre humor inglés nos ha dejado comedias clásicas como El quinteto de la muerte, Ocho sentencias de muerte, etcétera. Pero sobre todo grandes comediantes como Peter Sellers.

Hay muchos países con poco o ningún sentido del humor o que directamente no tienen jodida gracia. No obstante, estoy dispuesto de tragarme mis palabras si alguien me recomienda una comedia divertida y memorable de Suecia, Noruega, Suiza, Bélgica, Holanda o incluso Alemania. Bueno, y no hablemos de países del Este de Europa como Polonia, Hungría, la República Checa o Rusia...

El humor asiático puede parece un poco marciano a un espectador Occidental, pero yo por ejemplo sí que le encuentro la gracia a películas de Kitano como Zatoichi o El verano de Kikujiro, o a los pasotes de Miike en Japón y también a alguna comedia Coreana que ya comentamos, si bien, no hablamos de obras maestras.

Si buscamos en Iberoamérica, destacaré el humor negro del cubano Tomás Gutierrez Alea (La muerte de un burócrata), y también se pueden encontrar comedias interesantes, muchas veces sutiles, en Argentina (El hijo de la novia). En México tienen un humor particular, como se aprecia en la tenebrosa El esqueleto de la señora Morales o en la reciente El infierno, además de en obras de Buñuel como Simón del Desierto o Vida criminal de Archibaldo de la Cruz.

Volviendo a Europa, no podemos dejar de hablar de la gran comedia italiana, donde hallamos obras maestras de Fellini (Amarcord, 8 y medio) o de Mario Monicelli (Rufufú, Habitación para cuatro, Un quinteto a lo loco), la magnífica Divorcio a la italiana de Pietro Fermi y otros autores notables como Ettore Scola, Roberto Benigni o Nani Moretti. Salvo los dos últimos, el resto de directores y películas forman parte de lo que se conoce como comedia all’italiana, y que contó con intérpretes de la talla de Marcello Mastroianni, Alberto Sordi, Vittorio Gassman, Ugo Tognazzi, Totò o Giancarlo Giannini.


Los franceses tienen muchas cosas buenas, pero no creo que destaquen por ser divertidos. Aún así, tienen a una figura mítica de la comedia como es Jacques Tati con su Monsieur Hulot, y obras tan encantadoras como Amelie, además del tono cómico de algunas obras de la Nouvelle Vague (Banda aparte, El amante del amor) y la aportación surrealista de Buñuel (El discreto encanto de la burguesía).

Quizá alguno piense que el sentido del humor es un tema climático, y que los nórdicos no tienen gracia, pero para contradecir el tópico encontramos en Finlandia a Aki Kaurismaki (Un hombre sin pasado, Contraté a un asesino a sueldo), personal y divertido, frente a mediterráneos como el griego Angelopoulos o al portugués Oliveira (traten de reírse con sus películas).

En los balcanes destaca la figura de Emir Kusturica, con comedias bizarras como la desternillante Gato negro, gato blanco, o la también dramática Underground.


Y llegamos a España, un país privilegiado en cuanto a comedia, pero eso lo veremos en otro post.

Para despedirnos por hoy, una bonita canción:


domingo, 21 de agosto de 2011

La comedia en el cine, una visión (I)

Dr. Strangelove: Siempre he pensado que hacer reír es un verdadero arte, y uno de los más difíciles.

En el cine, es relativamente fácil conquistar a un público bien predispuesto y poco exigente con esas comedietas para púberes con humor chabacano y de chistes trillados. En un día que estemos relajados estas películas pueden hacernos reír e incluso descojonarnos, pero desde un análisis serio, suelen ser una auténtica mierda, mediocres o, a lo sumo, pasables. Ejemplos: Dos tontos muy tontos, Algo pasa con Mary, Los padres de ella (respectivamente).

Si buscamos las comedias mejor valoradas por la crítica solemos encontrar lo contrario: grandes películas clásicas cuyo sentido del humor percibimos hoy algo rancio o incluso ñoño. Puede hacernos sonreír, a veces con condescendencia, pero rara vez nos hace soltar una carcajada. Ejemplos: Tiempos modernos, Ser o no ser, Una noche en la ópera, El maquinista de la general, Historias de Filadelfia, Arsénico por compasión, La fiera de mi niña...

Quizá la comedia negra es la que ha ofrecido las películas que mejor han compatibilizado calidad y profundidad con gracia, al menos para gente de gustos sombríos como un servidor. Aquí encontramos a Billy Wilder en posición de honor (Uno, dos, tres, El apartamento, Con faldas y a lo loco, Primera plana...) , a los hermanos Coen de El gran Lebowsky, a Guy Ritchie en Lock & Stock, al Woody Allen de, por ejemplo, Desmontando a Harry, y obras maestras como ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú.

El humor absurdo, tan del gusto de los goliardos, también ha estado bien representado. Sobre todo por los Monty Python cuando actuaban en equipo y, en menor medida, después, destacando la carrera como director del irregular y a veces genial Terry Gilliam.

Por estábamos hablando del cine americano y esto se puede extender en exceso, en el próximo post hablaré de la comedia en el mundo.

Os dejo la única escena que compartieron dos maestros:

miércoles, 17 de agosto de 2011

Cementerios. La Recoleta.

Habrá gente a la que visitar cementerios le parezca morboso o incluso de mal gusto. Yo creo que es interesante conocer la relación de un pueblo con la muerte.

Además, hay cementerios estéticamente impactantes, con su aire decadente, triste, romántico. Y digo triste pero hay incluso un cementerio alegre en Sapanta, Rumanía, que admito no conocer.

Y un cementerio es un lugar óptimo para meditar sobre la vida y la muerte, sobre la fugacidad de la existencia, la inutilidad de muchas de las cosas que perseguimos...

Dicen que la muerte nos iguala. No lo tengo tan claro, todos la palmamos, pero no sé qué pasa después, y unos caen en nichos de mierda y otros en barrocos panteones.

En el cementerio de la Recoleta, los próceres de la nación argentina descansan en vistosos mausoleos. Un día otoñal paseé meditabundo entre sus calles de muerte.




jueves, 11 de agosto de 2011

Lolita (x2)

Profesor Marmordo: La obra más conocida de Vladimir Nabokov es también una de las más famosas del siglo XX. A nadie le descubriré que es un libro trasgresor, aunque es una trasgresión intelectual y poco explícita.

Se nos ofrece el presunto diario de un presunto demente, Humbert Humbert, un gentleman europeo que se siente atraído por lo que llama nínfulas, muchachas prenúbiles de 9 a 13 años de unas determinadas características.

Es uno de esos libros de los que se suele decir que no pasan muchas cosas, pero es ese un examen superficial. Tras la aparente quietud y cotidianeidad se nos está hablando de temas trascendentes. De moral, por supuesto, pero también de amor, de incomprensión, de una sociedad podrida.

Y se nos presenta a uno de los personajes más interesantes de la literatura universal. Ese Humbert Humbert tan elegante e inteligente como patético, que vive (sufre y se deleita) obsesionado con un amor enfermizo, prohibido, unidireccional y caduco.

Dr. Strangelove: La adaptación al cine de Kubrick y el propio Nabokov es una muestra excelente de que las buenas conversiones no tienen por qué ser demasiado literales.

El libro era muy difícil de adaptar por la relevancia de su parte reflexiva. Se consigue no caer en el tedio o la sobreutilización de elementos narrativos no puramente fílmicos como la voz en off. Se delimita el número de escenas y se simplifican detalles prefiriendo intensidad sobre cantidad y se introducen algunos cambios relevantes como el prólogo, la mayor importancia del personaje de Quilty o la menor ninfulez de Lolita. El prólogo es una de las mejores escenas de la película, que hubiera sido bastante distinta (no digo que peor) de mantener el orden original. Sobre la elección de una Lolita de más edad pesó la censura, igual que en el tono “light”de la narración (el libro es poco explícito, la película probablemente lo es demasiado poco).

Es, en cualquier caso, una gran película, con un trabajo actoral de primer orden, que queda a medio paso de ser una obra maestra. Me pregunto cómo hubiera adaptado la obra Polanski, tan certero a la hora de presentar personajes truculentos, además de aficionado a las lolitas...

Hoy el término “lolita” ha pasado a las frívolas manos y bocas de la cultura popular.

lunes, 8 de agosto de 2011

En la montaña no hay reglas

Ese es uno de los temibles lemas goliardescos. La panda de degenerados cuyas cuitas solemos relatar en este blog sube de vez en cuando a las montañas para huir de la cotidianeidad y liarla incluso más que en el mundo urbano. Recuerden esta visita, y esta nefasta trilogía.

En su última excursión, Zé Tubarao y Lobo de Bar se superaron a sí mismos. ¿Qué hicieron?

  • Tardar menos de 10 segundos en servirse alcohol.
  • Beberse una botella de vino para luchar contra el frío.
  • Avituallarse con un litro de espirituoso para el camino a la carpa de Lanuza (llevando cada uno un guante de snooker para sobrellevar la gelidez del vaso).
  • Encontrarse con una bellísima zaragozana que uno de ellos desconocía.
  • Tener una laguna memorística de varias horas.
  • Liarse con alguien en ese lapsus.
  • Conseguir un pase de temporada para Pirineos Sur en ese mismo espacio de tiempo.
  • Vengar a Contador haciendo el camino de vuelta más rápido de la historia (y con mayor número de caídas por kilómetro, con las contusiones consiguientes).
  • Desayunar unas cervezas y una botella de sidra.
  • Bañarse en el río Aguaslimpias (15º en el exterior, 3º en el agua) ante la mirada estupefacta de la concurrencia.
  • Merendar unos vasos de oporto y una botella de pacharán.
  • Resultar lo suficientemente sospechosos a dos guardias civiles como para que detuviesen su ilustre coche, se bajasen y olisquearan perrunamente un cigarro de liar en busca de sustancias ilegales.
  • Asustar por su nivel de borrachera no sólo a gente normal sino también a sujetos que les conocen bien.
  • Buscar sin éxito setas alucinógenas.
  • Comer algo sólido por fin a las 9 de la noche para echarse luego la siesta y despertar a las 4 de la mañana.
  • Servirse espirituosos sin control mientras en la tele echan reposiciones de Cuéntame.
  • No morir en el intento.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Creo que es un buen momento...

...para poner un villancico.

Gran letra de los Pogues.