jueves, 29 de julio de 2010

¿Acaso lo dudabais?

Entre todos los personajes famosos y famosillos del mundo, mientras iba paseando tranquilamente con mi tío Matt por Riga tenía que encontrarme al más apestoso de ellos:


No podía haber sido Scarlett Johansson o Pampita, no, tenía que ser él.

jueves, 22 de julio de 2010

Inconvenientes de vomitar por la nariz

1. Es, a todas luces, antiestético.

2. Dada la pequeñez de los orificios de salida, la presión y dispersión del vómito suelen ser elevadas.

3. Mancha.

4. Por muy bien que te limpies siempre quedan los restos suficientes como para que el fétido olor perdure unas cuantas horas.

5. Puedes ahogarte.

viernes, 16 de julio de 2010

Dejaré las disposiciones oportunas

Mi funeral será una fiesta espectacular, demente, extraordinaria... sólo me jode que no podré beber en ella.

miércoles, 14 de julio de 2010

Mundial goliardesco

Narrador omnisciente: Lobo de Bar se sienta en una de las sillas de plástico de la terraza y pide una jarra de cerveza con limón. Hoy hay más gente que en partidos anteriores, hay incluso mujeres atractivas.

Está algo nervioso. Es sólo un deporte, un tanto absurdo además, incluso denostado por muchos goliardos. Pero está nervioso.

Rememora cómo empezó el mundial para él, cuando estaba de viaje. Sólo vio el final del primer partido, después de que un extraño individuo alojado en el albergue de San Petersburgo que regenta un familiar del gran Lebowski le dijera que España iba perdiendo contra Suiza.

Sin esa derrota, es probable que no hubiese prestado mucha atención a la primera fase, estaba de vacaciones, tenía cosas que hacer, pero no se pudo resistir al morbo: ¿la selección iba a volver a cagarla aún teniendo un equipo realmente espectacular?

España comienza bien contra Holanda, dominando, con una buena ocasión de Villa. El nivel de la jarra baja a gran velocidad.

El partido de Honduras lo había visto en Riga, en una cervecería llena de Españoles que no sabían si mirar la pantalla o el escote de las camareras; el de Chile, en un bonito y casi vacío bar de Vilna, en una cadena donde un comentarista español hacía de experto. Lobo de Bar imaginó la escasez de expertos en fútbol españoles que hablasen lituano, pero no creyó que aquel periodista en el exilio lo hiciera peor que J.J. Santos. Los lituanos se habían librado de él, y de otros opinadores insoportables como Julio Salinas o el caraplato de Antena 3. “Afortunados ellos – se decía ahora – pero se lo merecen, ya sufrieron mucho con el comunismo”.

Holanda ha empezado a dar patadas por doquier y el juego de España se resiente. Casi nadie habla, los cigarros se consumen.

El de Portugal fue el primer partido que Lobo de Bar había visto en la terraza del Rincón de Goya. El regreso a la vida rutinaria en España estaba siendo entonces duro para él, y ver los partidos al aire libre rodeado de goliardos de distinta condición se salía de lo común, era algo a lo que agarrarse.

“Fue aquella una trabajada victoria – pensaba - 11 jarras y charla hasta las 4 y media de la mañana.” Al día siguiente, el infame dipsómano había tenido que coger un tren a las 7:20 a.m. que, inexplicablemente, no perdió.

Aparece en escena un viento premonitorio de tormenta.

Splinter (goliardo, enfermo, estudiante no tuno): Esto se está poniendo feo.
Sr. J. (nada que ver con el de Los Planetas): Como llueva vamos jodidos.
Lobo de Bar: Molaría que lloviese, pero después del partido, no ahora.

Con Paraguay, Lobo de Bar había albergado pensamientos negativos. Temió que volvieran los viejos fantasmas y el malditismo de la selección, pero ésta no había decepcionado, tuvo en los momentos precisos la suerte que le había sido esquiva durante muchos años.

Sr. J.: Creo que me ha caído una gota.

"El partido frente a Alemania - se decía Lobo de Bar - fue realmente el más fácil, y es donde mejor se ha visto la grandeza de este equipo, teníamos que haber metido más goles".

Splinter: Pues sí, parece que llueve...

Los relámpagos se suceden entre las nubes, la lluvia va in crescendo desde apenas unas gotas hacia el diluvio, el partido todavía está en el primer tiempo.

Lobo de Bar: Bah, esto no es más que una tormenta de verano, durará 15 minutos y nos dejará frescos. Yo no me muevo.

Splinter, J. y algún otro goliardo tampoco. La televisión está protegida por unas sombrillas y un toldo, algunos asistentes se refugian junto a ella, donde apenas pueden ver el partido, otros se cobijan bajo otras sombrillas, o debajo de las mesas, los goliardos consiguen los mejores sitios, frente a la pantalla, a la distancia perfecta.

Termina el primer tiempo. Se sienten incómodos, el partido no se está desarrollando como le interesa a España, la tormenta continúa, ahora sube y baja de intensidad, pero no se detiene.

Splinter: Así es imposible fumar...
Lobo de Bar: Voy al baño y enciendo un cigarro.

En la reanudación, el partido no da muestras de mejora para los intereses de los congregados. Y la lluvia sigue. Casillas para un balón casi imposible, algunos goliardos, cada vez más mojados, empiezan a tiritar.

Lobo de Bar: Ahora ya da lo mismo, no hay un solo centímetro de mi cuerpo que no esté chipiado. Podría meterme a la piscina y ni me daría cuenta.
Splinter: Ya te digo... Joder, esto huele a penaltis... nos va a dar algo.

Tras una breve pausa la lluvia vuelve a arreciar, la gente deambula, salta, se desespera, cada vez es más difícil ver el partido, cuando los ojos no están anegados, alguien pasa por el medio. El paquete de tabaco está irrecuperable, tampoco sería posible encender un hipotético cigarro superviviente con semejante lluvia, apenas se ve el horizonte. Las jarras permanecen resguardadas bajo la mesa, bien protegidas, los goliardos beben de ellas de vez en cuando, procurando que no les entre agua.

Se suceden los uys y los sobresaltos en medio de la tormenta, de repente, ¡Gol de Iniesta! Es la apoteosis para muchos personajes empapados que saltan y gritan y se abrazan entre sí. Algunos se quitan la camiseta, otros agitan banderas, todos salpican. Se rompen varias jarras y platos. El Rincón de Goya parece un manicomio o una piscina, o ambas cosas.

Minutos de sufrimiento, ahora casi no llueve sólo chispea, alguien canta y, el árbitro, ¡pita el final! El júbilo se vuelve a apoderar de los presentes, eufóricos, desbordados, felices. Se oye: “¡Campeones del mundo!”, “¡Campeones del mundo!”, “Pensé que nunca lo vería”.

Sr. J.: ¡Y encima, fiesta de camisetas mojadas, esto es el paraíso!

Efectivamente, varias féminas tienen sus vistosos cuerpos calados y su ropa adherida subraya la voluptuosidad de sus cuerpos, pero es sólo una broma de J., la fiesta tiene poco de sexual, la alegría embriagadora que inunda a ese grupo de gente mojada es de índole distinta, difícil de comprender y de describir, probablemente poco racional, puede que criticable, pero yo, narrador omnisciente, les envidio, me gustaría poder vibrar con ellos y saltar y abrazarme mientras mi cuerpo chorrea, me inundo de buenos sentimientos y los efluvios de la lluvia, el alcohol y la victoria consiguen que me olvide de todo lo mezquino que tiene la vida.

viernes, 9 de julio de 2010

Cine mudo ruso

Dr. Strangelove: En un principio fui un gran admirador del cine mudo de la URSS, hoy he perdido algo de entusiasmo. Sigo encontrando fascinantes sus logros técnicos y su maestría en el montaje, pero cada vez siento más el peso de las carencias de este cine, casi siempre limitado guionísticamente por las imposiciones del cine de propaganda.

En una revisión reciente he visto La huelga, de Eisenstein, que contiene planos memorables y anuncia la llegada de obras maestras como Octubre y, sobre todo, El acorazado Potemkin, pero que también adolece de una simplicidad argumental que se agravaría en La línea general, también conocida como Lo viejo y lo nuevo, para mí la película más floja de este excelente autor.

También vi la adaptación al cine de La madre, novela de Gorki, por Vsevolod Pudovkin. Pese al carácter panfletario de la obra, el film alcanza cotas muy elevadas, acercándose a lo mejor de Eisenstein desde un carácter más humanista que aquel. La vertiginosa media hora final de la película me parece sublime. Pudovkin no fue tan brillante en El fin de San Petersburgo, obra de propaganda maniqueísta que no aporta nada a los filmes comentados y que resulta tediosa. Algo más original y notable es Tempestad sobre Asia, que traslada la acción a las repúblicas centroasiáticas de la URSS.

Alexander Dovzhenko es el director de Zemlya (Tierra), una película muy celebrada por el lirismo, poco común entre sus coetáneos, con el que refleja la relación del hombre con el campo. Lástima que más allá de esto no haya mucho más, sólo un guión pobre que defiende la colectivización de las tierras en Ucrania (que desembocaría en la muerte de millones de personas por hambruna en el terrible Holodomor, teniendo por tanto un trasfondo tan trágico y cuestionable como las películas de la alemana Riefenstahl).

En definitiva, el cine ruso de la época muda tiene un lugar indiscutible en la historia del séptimo arte, y no dudaría en recomendar el visionado de, al menos, alguna de las referencias (como El acorazado Potemkin, La madre o la experimental El hombre de la cámara, de Dziga Vertov) a cualquiera que tenga cierta inquietud artística en su aproximación al cine. No obstante, revisando estas obras me da por pensar que, en el fondo, tienen algo en común con la archimoderna Avatar y es que, destacan por la técnica, pero fallan (unas más que otras) en el guión.

lunes, 5 de julio de 2010

Sospechoso hotel

Mientras pongo un poco de orden en las numerosas fotos que traigo de mis viajes con el tío Matt os dejo esta instantánea de un hotel que había en Delfos, el centro del mundo según los griegos. A pesar de mi carácter temerario, no me atreví a entrar.

¿Qué tipo de clientes van a un Hotel de semejante nombre? ¿Qué cosas ocurrirán en su interior? Nos quedaremos con la duda.