viernes, 30 de abril de 2010

Festivos en sábado

Vinicius Mond: De los muchos desprecios que vive la plebe quizá este sea de los menos importantes, pero como viene al caso, lo voy a comentar.

Los trabajadores asalariados tienen derecho a una serie de días festivos al año, en total 14 sumando los de carácter nacional, autonómico y local. Cuando un fía festivo cae en sábado, los currantes para quienes no es laborable lo pierden.

Eso ocurre mañana, y volverá a ocurrir el día de Navidad, y el de Año Nuevo, y para los asalariados de Mañoland en San Valero, el 5 de Marzo y San Jorge el año que viene. Unos cuántos días festivos menos gratis para sus empresas, cojonudo.

En algunos países muchas fiestas no son en fechas fijas sino móviles, por ejemplo, en EE.UU. el día del trabajo es el primer lunes de septiembre, el de la raza el segundo lunes de octubre, o el del presidente el tercer lunes de febrero. Así se montan siempre un puente de lujo. Aquí esto sólo se hace en Semana Santa, y porque así lo dictó la Iglesia hace ya unos cuantos siglos.

Se podría extender ese modelo, o incluso se podría permitir que los trabajadores dispusiesen de esos días festivos para tomárselos cuando quisieran, y no tendrían así que participar en celebraciones cuestionables como pueden ser todas las de índole religioso (que son unas cuantas) para los no cristianos.

Pero bueno, este tema que parece tan obvio como fácil de resolver no se ha abordado nunca, así que este año que tenemos 4,6 millones de parados, menos...

miércoles, 21 de abril de 2010

Dos libros que no se parecen, ¿o sí?

Profesor Marmordo: Hablaremos hoy de “Pregúntale al polvo” y de “Nada”, por John Fante y Carmen Laforet respectivamente.

John Fante fue uno de los escritores que más inspiró a nuestro amado San Bukowski, algo fácil de advertir. En “Pregúntale al polvo” se nos cuentan las cuitas de Arturo Bandini, un alter ego del autor como sería Henry Chinaski. También es un alter ego de raíces europeas, aunque en este caso italianas, y también tiene una visión desolada de la realidad que le circunda. Bandini sufre penurias económicas y sentimentales y nos las cuenta tal como son, con un estilo desnudo, y nos sumerge con delicadeza en sus circunstancias, las de un aspirante a escritor en el Los Ángeles de la década de 1930.

Es un libro interesante, novedoso temáticamente para su época y que se deja leer, y el final me gustó, no obstante, diré que el adorado San Bukowski cogería más tarde sus credenciales realistas y las utilizaría con igual sensibilidad, pero con un estilo más brillante y divertido, mucho más cáustico, haciendo del realismo sucio un género de mayor relevancia.

Nada” es uno de esos libros que se estudian en el colegio y casi nadie lee. Escrito por una joven de veintipocos años en 1944, en plena posguerra española, nos relata también en primera persona las andanzas de una joven que llega a Barcelona para estudiar y que, en muchos aspectos, también parece un alter ego de la autora.

Es un personaje sensible e intuitivo que nos describe la realidad lacerante que vive (la de su decadente familia y el hambre, la de la juventud aburguesada de algunos círculos en la universidad) y cómo trata de hacerse un sitio en ella. Y así durante 300 páginas.

No está mal, pero me resultó un poco decepcionante para el reconocimiento que tiene, quizá porque sea una historia que ya hemos visto demasiado y ya no sorprenda, quizá porque su sobrio estilo es poco innovador, o porque se hace pesada en algunos tramos, o quizá porque tiene una emotividad femenina con la que no consigo conectar (esto es probablemente por mi prolongada estancia en el burdel, quizá debiera irme, pero no esperen que lo haga).

viernes, 16 de abril de 2010

Madurez

En un grupo de amigos, ¿quién es el primero que presenta síntomas de madurez? ¿El que en primer lugar desarrolla una barriga respetable? ¿el primero que se casa o tiene hijos? ¿o el que permanece durante más tiempo renuente a formar una familia?

De un capítulo brutal de Padre de familia (el segundo de la temporada 8):

lunes, 12 de abril de 2010

Ciudadano Tigre Woods

Vinicius Mond: El señor Tigre Woods siempre me ha parecido bastante apestoso. Un tipo de éxito, multiétnico, globalizado, de aspecto cándido y pusilánime pero altivo, un jugador de golf, un modelo para muchos, una máquina de hacer pasta para otros... No es la clase de sujeto que elegiría como amigo o como compañero de tertulia.

El año pasado descubrimos el pastel, es decir, su pervertida humanidad y, desde entonces, hemos asistido a un espantoso proceso público: el mundo contra el Tigre.

Primero vimos cómo se escandalizaban la sociedad hipócrita y los ventajistas medios que lo habían encumbrado al ver que el anodino ídolo tenía un montón de mierda guardada en el cajón. Fue linchado por ello. Después, el señor Tigre debió estar de retiro espiritual y ahora ha vuelto, contrito, para dar explicaciones, pedir disculpas y volver a lo suyo, es decir, a ser un patético estereotipo de deportista de élite con los bolsillos llenos. La sociedad, los medios y las empresas que le pagan por tenerle como imagen están encantados, el hijo pródigo ha vuelto, es humano, y merece una segunda oportunidad.

No es ninguna novedad que este mundo nuestro da bastante asco, el caso Tigre Woods es sintomático.

Cuando salieron a la luz sus escarceos "amorosos" pensé que el señor Tigre podía mejorar la penosa imagen que tenía de él formada, pensé incluso en invitarle al Limbo Revolucionario para hacerle una entrevista.

Pletórico de imaginación, creí que Tigre Woods podría enfrentarse a su necesidad de fama y de poder mediático y escupir a todos los que le habían ayudado a forrarse hasta ser la envidia del Tío Gilito. Podría haber dicho “qué os jodan capullos, ya no os necesito, tengo pasta para vivir varias vidas y me voy a dedicar a seguir yendo de putas, a pagar mis numerosos vicios, que adoro y a los que no pienso renunciar, no haré deporte nunca más en la vida, fumaré y comeré alimentos hipercalóricos”.

O podría haberse dado cuenta de lo vacía que estaba su vida y haber donado sus dineros a los pobres para ponerse a trabajar en una cadena de montaje para ver cómo se vive fuera de palacio, quizá entonces se hubiera vuelto alcohólico y hubiera muerto calvo, purulento y con cirrosis.

Pero no, prefería el numerito del hijo pródigo y todos estábamos ávidos de ello, aplaudámoslo, que las multinacionales sigan ingresando cifras obscenas en su cuenta, que los niños sigan teniéndolo como modelo, y que él vea saciadas sus ansias ególatras. Quizá pronto lo canonicen y vendan muñecos con su jeto, me parecería fantástico, entonces podríamos quemarlos.

No me sale de mis ilustres huevos poner un vídeo de Tigre Woods, pensé en colgar uno de los Tigres del Norte, pero finalmente me he decantado por otro felino, quizá pariente suyo, o quizá pariente de nuestro homónimo Presidente del Gobierno:

miércoles, 7 de abril de 2010

Cronenberg

Dr. Strangelove: Este director canadiense es un tipo original, con un sitio propio en la historia del cine. Es irregular y ha tenido patinazos importantes, durante buena parte de su carrera se ha dejado llevar en exceso por la exhibición de efectos especiales repugnantes con aire de serie B, pero hay que decir en su defensa que se agradecen visiones personales como la suya, y que cuando logra controlar sus idas de olla, es capaz de ofrecer obras maestras. Comentaré brevemente alguna de sus películas más emblemáticas.

Videodrome (1983), puede que una de sus obras más personales dentro de lo personales que son todas ellas, es una visión sobre el universo catódico con aire posmoderno e ínfulas de tesis paranoide. Mientras se observa cómo le introducen a James Woods una cinta de vídeo en una abertura de aspecto vaginal en su estómago y Blondie se quema cigarros en los pechos no se pude más que odiar o amar la película, siendo difícil quedarse en un punto intermedio.

En EE.UU. hizo por esa época dos películas algo más comerciales. Primero La zona muerta (1983), donde adapta un libro de Stephen King. Aquí, Christopher Walken (con habilidades extrasensoriales tras salir del coma) destaca en una bien narrada película, que hubiera dado para más si se hubiese buscado la profundidad temática en vez de un final demasiado grandilocuente (supongo que el mismo que en el libro). La mosca (1986) es una tan interesante como repugnante reflexión de tono pseudocientífico que no termina de trascender.

Para mí, su mejor obra hasta la fecha es Inseparables (Dead Ringers, 1988), donde por fin limita sus ansias efectistas para profundizar en el guión. Dos gemelos idénticos magníficamente interpretados por Jeremy Irons avanzan tortuosamente hacia los límites de su enfermiza relación en una película con múltiples lecturas, profunda y casi perfecta.

Ya comenté la fallida El almuerzo desnudo (1991) en este blog. Años más tarde se embarcaría con Crash (1996, no confundir con la homónima y oscarizada película de Haggis) en uno de sus proyectos más turbadores. Sin un argumento muy definido, la película aborda el gusto morboso de varios personajes por los accidentes automovilísticos. Quizá lo mejor de la película sean su estética, la fluidez de la cámara y una excelente banda sonora, el guión puede resultar demasiado vago y amoral para muchos expectadores.

En los últimos años Cronenberg parece vivir una segunda juventud creativa. En, Una historia de violencia (2005) se centra en su labor como director y nos ofrece una notable película en la que se habla tanto velada como explícitamente del poder magnético de la violencia. La película se puede ver sin complicaciones, pero también ofrece profundidad temática en los turbios personajes y relaciones que se plantean. Promesas del Este (2007) podría haber sido la mejor película sobre mafia de la década, pero ofrece una conclusión decepcionante y plagada de concesiones que empaña el buen desarrollo del resto del metraje. Sorprende el vigor con el que Cronenberg aborda la película, acrecentando el de Una historia de violencia. Tiene fuerza, y no me olvidaré de destacar la audaz pelea de Viggo Mortensen, una de las mejores que se han filmado nunca.