martes, 28 de julio de 2009

Diario del ron (y Hunter S. Thompson)

Profesor Marmordo: Pospondré por un rato los duros quehaceres que me ocupan desde que vivo en el burdel para hablarles de un libro y del peculiar personaje que lo escribió.

El peculiar personaje es el ilustre Hunter S. Thompson, ampliamente homenajeado en esta bitácora (véanse los reportajes gonzo). Los goliardos lo conocéis, y muchos otros no son ajenos a sus andanzas aún sin saber que a él pertenecen. Hunter S. Thompson fue un insigne periodista y escritor estadounidense particularmente dado a los excesos y a la ruptura de las convenciones. Inventó el "periodismo gonzo", donde él mismo protagonizaba los reportajes que le encargaban (entre otros medios, la revista Rolling Stone), casi siempre con un considerable nivel de sustancias psicotrópicas y alcohol en sus venas, siempre jugando con el objetivismo-subjetivismo y la realidad-irrealidad.

Es probable que a quienes no lo conocieran por su nombre ahora les suene más. En efecto, Hunter S. Thompson es el sorprendentemente real personaje que en "Miedo y Asco en Las Vegas" interpreta Johnny Depp y, es más, esta película está basada en un libro del propio Hunter donde éste ridiculiza el hipotético sueño americano y critica el consumismo de su país siguiendo sus parámetros pero con un consumo enfervorizado y sin control no de bienes normales sino de todo tipo de drogas.

El libro que nos ocupa, "El diaro del ron", lo escribió en su juventud tras un viaje a Puerto Rico. En él nos narra las peripecias de un periodista (otro trasunto suyo, en este caso llamado Paul Kemp) que, en precarias condiciones laborales y junto a un sinfín de personajes decadentes y amorales como él mismo, tiene que lidiar con la abundancia de playas, calor, mujeres y ron de la isla caribeña. Sin alcanzar la calidad ni la talla crítica del anteriormente citado "Miedo y asco en Las Vegas", consigue realizar un relato entretenido y con algunos hallazgos humorísticos y de estilo que explotará con mayor acierto conforme vaya dominando su novedoso y muy imitado lenguaje.

Un libro, por tanto, apropiado como lectura veraniega, y un personaje inolvidable que se quitó la vida hace unos cuatro o cinco años convencido de que no tenía nada más que vivir. En su funeral lanzaron sus cenizas a modo de fuegos artificiales y, sus afortunados amigos, se corrieron una gran juerga a su salud.

Si todo el mundo fuera como Hunter la sociedad sería inviable, pero se agradece la existencia de un individuo de tan transgresora inteligencia y, ¡qué coño!, tan estrafalariamente divertido.

Quién se hubiera podido ir de jarana o en busca del sueño americano con el verdadero Hunter y su maleta de psicodislépticos...

domingo, 26 de julio de 2009

domingo, 19 de julio de 2009

¿Crédulo?

Dr. Strangelove: Lobo de Bar, haciendo caso omiso de cualquier prescripción médica volvió a liarla parda ayer. Visitó los tugurios más infames y regresó al hogar a las 9 de la mañana, con el sol bien alto. Su resaca, como era previsible, es descomunal.

Aficionado de por sí a montarse películas, además le ocurren cosas de lo más extraño y, a veces, casi increíbles, como por ejemplo (ya vimos en esta ilustre bitácora) conocer a una argentina lesbiana y con un hijo.

Ayer se cruzó en el camino de dos espectaculares mujeres, algo poco habitual, pero una le dijo que tenía novio (eso fue corroborado, un tipo con suerte) y la otra, que estaba encantada de conocerle pero que se iba a vivir a Chicago. ¿Debería creer Lobo de Bar tal afirmación o era una cruel falacia?

Lobo de Bar: A tomar por el culo. Me voy a Chicago.


miércoles, 8 de julio de 2009

Extraños restos en el baño de la oficina

Como el post del Profesor Marmordo es un poco denso (salvo mi brillante introito) transcribo la última grabación de Hunter, más ligerita:

"Nota mental: tengo que dejar de salir con amigos ociosos y malas influencias, al menos mientras siga cumpliendo con los deberes de la conjura y levantándome temprano para ir a esa oficina infame.

¿Qué coño?, sé que no voy a cumplir tal propósito, y menos si vuelvo a verme a las tres de la madrugada sandwicheado por dos atractivas pelirrojas.

...

Hoy en el trabajo no he podido resguardarme en el sofá de la jefa, estaba ella y no me he atrevido a pedirle que me hiciera sitio, así que he pensado que el baño era el único lugar donde podría dormir placenteramente.

Al llegar he encontrado un desagradable espectáculo: restos rojizos de orín o vómito en el urinario. Ésto sólo puede significar una de estas dos cosas:

1. Que en el trabajo hay alguien que está peor que yo (quizá otro infiltrado).

2. Que yo he sido el responsable y no me acuerdo."

martes, 7 de julio de 2009

Sobre héroes y tumbas

Desde que llegó el verano, el Profesor Marmordo vive abandonado en un voluptuoso hedonismo. No trabaja, duerme de día, salvo cuando va a la piscina a última hora para leer y (esto no lo reconoce) deleitarse en la observación de cuerpos morenos y juveniles, vive la oscuridad, frecuenta las terrazas en las tibias noches de verano, se refugia en los tugurios más dados a la depravación y, la última noticia que tenía sobre él, era que se había mudado a un lupanar, si bien, no me quedó muy claro si lo decía metafórica o literalmente. Hoy me ha llegado un documento suyo, un comentario sobre otro de esos libros extraños que suele devorar.

"Más de una década después de sorprender con "El túnel", Ernesto Sábato publicó otra innovadora novela, aún más ambiciosa que la anterior: "Sobre héroes y tumbas". En ella se mezclan hábilmente varias lineas argumentales y diferentes técnicas de expresión literaria. Tras un prólogo en el que conocemos un acontecimiento trágico, los dos primeros libros parecen conducirnos hacia una explicación del mismo, aunque entremezclada con la historia de un nuevo personaje que tiene bastante de novela de formación (bildungsroman). La narración ahonda en la psicología de los personajes y se enriquece con descripciones poco esperanzadas de la realidad porteña y la historia y el patriotismo argentinos.

El tercer libro, el "Informe sobre ciegos", es el más conocido de la novela y podría constituir una unidad independiente. Es un relato en primera persona del protagonista del suceso del prólogo. Nos narra una obsesión de tintes metafóricos y alucinados y se va sumergiendo en la oscuridad de los ambientes donde vive y de su propia psique hasta terminar en unos capítulos desconcertantes y oníricos que se aproximan a la novela de terror y, particularmente, a las apocalípticas imágenes de Lovecraft.

El último libro completa los espacios dejados en los anteriores desde la visión de un personaje que ya había aparecido (desde otra perspectiva) en los dos primeros, y la alterna con el relato de tintes épicos y poéticos de ciertos episodios de la historia nacional que contribuyen a dar un aire decadente y trágico a la novela. En mi opinión, la historia pierde algo de fuerza en este último libro tras el éxtasis con el que había concluido el anterior, pero aún así es notable.

Considero que nos encontramos ante una de las novelas imprescindibles de la literatura en castellano del siglo XX. Quizá requiera cierto esfuerzo, más por su estructura y complejidad de planteamientos que por su estilo narrativo, pero éste se ve compensado por la amplitud de lecturas que ofrece, que darían para un amplio debate que completara esta breve reseña."

Lobo de Bar: Tranquilos, no hay debate, es sólo una amenaza que Marmordo no va a cumplir, está muy ocupado haciendo qué sé yo.

domingo, 5 de julio de 2009

Tragicomedias de verano (I)

Dr. Strangelove: Lobo de Bar me ha estado censurando en las últimas semanas y no me ha permitido comentar sus aventuras erótico sentimentales, que han seguido resultando propicias para realizar interesantes análisis. Tras sus vivencias de este fin de semana, no me puedo seguir reprimiendo.

Antes de irse a Burgos ya nos advertía en una encuesta de que tenía una comida familiar y que, después de la misma, barajaba distintas posibilidades de actuación para la noche del sábado, básicamente, no salir y dar descanso a su depauperado hígado o salir solo, con primos jóvenes o con una vieja amiga. Después de la comida en la que, como era previsible, se tajó gracias a una generosa ingesta de esencias de la Ribera del Duero, trágico (y no sé muy bien si de forma sincera o como mera pose), optó por la opción más dramática: internarse en un convento de clausura.

Ya de noche, espiado por una luna casi llena que se asomaba entre jirones de nubes, llegó hasta un monasterio y, estaba acercando su mano a la aldaba para llamar a la puerta pertubando la quietud del convento cuando, al pensar en los serios inconvenientes que ofrece la vida monástica recordó una famosa frase del erudito San Agustín: "Dios mío hazme casto, pero todavía no", y suscribió sus palabras.

Volvió sobre sus pasos y tomó la decisión a la que está más acostumbrado en momentos de extrema dificultad: salir solo. La primera parada no fue un bar cualquiera, fue el Lugosi, donde ya se había dado a conocer junto a otro goliardo de pro meses atrás. La cosa no comenzó mal, sus hazañas etílicas eran recordadas y merecieron la invitación a un chupito por parte del singular dueño del local, extraña mezcla entre Benicio del Toro y un hobbit. Luego conoció a una muchacha interesante que planeaba asistir a un concierto de Los chichos. Como no fue invitado a acompañarla, temiendo quizá que tuviera una pareja poco liberal, Lobo de Bar decidió irse a las Llanas, la principal zona de marcha de la urbe.

Allí hizo alarde de un exquisito dominio del complejo arte de salir solo. Supo seleccionar los bares adecuados y también aguantar estoico (y haciéndose el interesante) en los momentos de mayor soledad, pero se enfrentó en desigual lucha a los prejuicios que buena parte de la población tiene cuando aparece un goliardo solitario en un bar. Hubo mujereres que le miraron lujuriosamente en un primer momento para después mostrar la mayor indiferencia a la hora de conocer a un tipo de tan atractiva pero también amenazadora presencia.

Derrotado por los elementos, decidió volver al Lugosi, e hizo bien. Como Lobo de Bar es un prometedor proyecto de leyenda de la farra zaragozana fue recibido con algazara y efusividad por dos reconocidos mitos de la jarana burgalesa (tres si contamos al dueño del afamado local), nacidos como él bajo el signo del fuego. Tras una buena conversación y bastantes tragos acabó el sábado con dignidad, y batiendo en hora de llegada a sus jóvenes e inexpertos primos.

Pero no pierdan atención, pues los actos más controvertidos de Lobo de Bar llegaron, inesperadamente, el domingo. Se proponía, como había hecho en el viaje de ida, avanzar con el excelente libro que está leyendo en el autobús, pero se encontró al llegar a su asiento con que se sentaba a su lado una mujer con amplio escote y voluminosos (y, al menos en apariencia, turgentes) pechos con la que ya había intercambiado alguna mirada en la estación. Todo apuntaba a que se iba a distraer sobremanera en su lectura pero, en el último instante, el oportuno conductor cambió a la llamativa mujer a otro autobús que iba directamente a su destino.

Erróneamente creyó Lobo de Bar que podría concentrarse entonces en su libro ya que, en la primera parada del trayecto, todavía en Burgos capital, subió al autobús una fémina de notable hermosura y, como no quedaban muchos sitios libres, se sentó junto al sufrido héroe.

Lobo de Bar, ascético, mantuvo la mirada en el libro y pareció seguir leyendo. Sin embargo, sufriendo una continua desconcentración, terminó por elevar su vista hacia la ventana y, mientras miraba el amarillento páramo castellano, quizá desafortunadamente, comenzó a pensar. Pertinaz aficionado a montarse películas y, no sé si de forma conveniente, seguidor de la máxima que dice "prefiero arrepentirme de lo que hago que de lo que no hago", ideó un extravagante plan. Primero regresó al libro y, al cabo de un rato, cogió el papel donde anota las palabras que no comprende para luego buscarlas en la RAE y utilizarlas rimbombantemente en esta bitácora, y comenzó a escribir algo que su vecina de asiento miraba de reojo con curiosidad. Aún dudo un instante Lobo de Bar, pero justificándose con la anterior máxima y con no se qué excusas de estudio sociológico (supongo que con la intención de analizar las reacciones a su extraño comportamiento), se terminó decidiendo y le mostró a la sorprendida fémina la siguiente nota:


No tengo muy claro si debo alabar este temerario acto de Lobo de Bar por su audacia o criticarlo duramente y sin compasión porque también tiene algo de lamentable. Por eso, prefiero pedir la opinión a los ilustres lectores y, sobre todo, a las eximias lectoras (y consejeras sentimentales) de esta bitácora. Ilústrennos por favor, ¿qué hubieran hecho de vivir en sus carnes tan azarosa situación?

El caso es que la fémina se rió y la cosa no pasó a mayores, al rato llegó a su destino y bajó del autobús. Un par de paradas más adelante se sentó junto al meditabundo goliardo un hindú que no le pareció en absoluto atractivo y, después, un tipo que quizá sí lo fuera para el gusto femenino y homosexual. Probablemente era Satán, que extendía su brazo hacia el penitente héroe para tentarle con un cambio de orientación sexual que le liberase de una vez para siempre de sus tragicómicas epopeyas erótico-sentimentales. No lo consiguió.

Lobo de Bar: ...

Dr. Strangelove: ¿No sabes qué decir Lobo de Bar?

Lobo de Bar (encogiéndose de hombros con aire enigmático): ...

miércoles, 1 de julio de 2009

They lost control

Dr. Strangelove: peculiar como soy, he asistido a un miniciclo de películas de 2007 acerca de dos estrellas del punk y el postpunk.

Me asomé a "Control", el biopic sobre Ian Curtis dirigido por Anton Corbijn, con cierto temor a pesar de las buenas críticas que había recibido, pues es un género muy dado a la hagiografía y el esquematismo, algo que puede resultar doloroso cuando la película se acerca a una figura interesante. Afortunadamente, sin ser perfecta, Control evita los excesos del género y consigue acercarse al espíritu atormentado de ese poeta oscuro y autodestructivo, a ese edecán de la muerte y la fatalidad que fue Ian Curtis.

En la primera parte de la película, asistimos al nacimiento y primeros pasos de Joy Division para centrarnos cada vez más en los conflictos internos de Ian hasta un desenlace que, aún siendo conocido, consigue conmover sin recurrir a la lágrima fácil. La fotografía, en blanco y negro, sobria pero también brillante, se acaba haciendo casi tan imprescindible como la banda sonora, que nos deleita con un buen repertorio de temas de la mítica banda (y algunos otros). Las actuaciones están a la altura de su difícil empresa, tanto el protagonista como el resto del elenco (embriagador el personaje de Annik). En definitiva, es una buena película, aunque quizá le falte un poco de complejidad a la hora de retratar la personalidad y los tormentos de Ian Curtis.

He aquí una escena real que aparece en la película, la actuación en el programa de Tony Wilson:



El ciclo lo ha completado "Joe Strummer, the future is unwritten" que aquí tradujeron con poca fortuna como "Joe Strummer, vida y muerte de un cantante". La dirige Julien Temple, quien ya se había acercado unos años antes al mundo del punk, concretamente a los Sex Pistols, en "La mugre y la furia".

En este caso, se aborda el personaje desde una perspectiva documental, utilizando con habilidad el recurso a las entrevistas, las imágenes de archivo (con abundancia de conciertos) e incluso a unos interesantes dibujos. Hay tramos notables en la película, pero da la sensación de que, al igual que le ocurre al protagonista, tras la disolución de The Clash se embrolla un poco y pierde algo de calidad. En conjunto, aunque es interesante no acaba de alcanzar la brillantez que se merecía el personaje.

Una canción apropiada para una conjura, la que abre el documental:



Por último me gustaría resaltar la diferencia que existe entre una estrella que muere trágicamente en el cénit de su carrera y otra que vive el ciclo completo de ascenso y caída, creo que daría para una buena conversación tabernaria, como también el hablar de Ian Curtis y de Joe Strummer, y de Joy Division y de The Clash.

Lobo de Bar: gracias doctor por tu aportación y por no haberte entretenido en exceso en disertaciones filosóficas.

Dr. Strangelove: Un placer.