jueves, 7 de mayo de 2009

Ciudad siniestra y crepuscular

Como otra vez el texto estaba volviéndose omnipresente en el blog voy a colgar unas fotillos de Mañoland para darle un poco de color.

Se las dedico a quien le parece una ciudad como anuncia el título de esta entrada.







4 comentarios:

Sr. Chinaski dijo...

Las esculturas del reloj siempre me han parecido geniales. El resto muy buenas tmb.

Coco Canon

Rouse dijo...

Muy poéticas las imágenes que no desmienten los adjetivos atribuidos.
Veo el perfil de catedrales y palacios con los colores goyescos.
Veo muñecas que me recuerdan a un cuento de Hoffman.
Veo números romanos en un mágico reloj antiguo y farolas del siglo XIX en una calle con árboles centenarios.
Y los goliardos dónde están?
Sería bueno verlos recorriendo la ciudad viviente.

Rouse dijo...

El poeta de Alejandría habló de la ciudad en sus poemas y la ciudad se vuelve interna, casi un estado de ánimo, un símbolo.
Como el poema es rotundamente pesimista, además agrego otro más abierto a la vida.

(1)
La ciudad

Dices: "Iré a otra tierra, hacia otro mar
y una ciudad mejor con certeza hallaré.
Pues cada esfuerzo mío está aquí condenado,
Y muere mi corazón
lo mismo que mis pensamientos en esta desolada languidez.
Donde vuelvo los ojos sólo veo
las oscuras ruinas de mi vida
y los muchos años que aquí pasé o destruí".

No hallarás otra tierra ni otro mar.
La ciudad irá en ti siempre. Volverás
a las mismas calles. Y en los mismos suburbios llegará tu vejez;
en la misma casa encanecerás.
Pues la ciudad es siempre la misma. Otra no busques -no la hay-
ni caminos ni barco para ti.
La vida que aquí perdiste
la has destruido en toda la tierra.

(2)

Ítaca

Cuando te encuentres de camino a Ítaca,
desea que sea largo el camino,
lleno de aventuras, lleno de conocimientos.
A los Lestrigones y a los Cíclopes,
al enojado Poseidón no temas,
tales en tu camino nunca encontrarás,
si mantienes tu pensamiento elevado, y selecta
emoción tu espíritu y tu cuerpo tienta.
A los Lestrigones y a los Cíclopes,
al fiero Poseidón no encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si tu alma no los coloca ante ti.

Desea que sea largo el camino.
Que sean muchas las mañanas estivales
en que con qué alegría, con qué gozo
arribes a puertos nunca antes vistos,
deténte en los emporios fenicios,
y adquiere mercancías preciosas,
nácares y corales, ámbar y ébano,
y perfumes sensuales de todo tipo,
cuántos más perfumes sensuales puedas,
ve a ciudades de Egipto, a muchas,
aprende y aprende de los instruidos.

Ten siempre en tu mente a Ítaca.
La llegada allí es tu destino.
Pero no apresures tu viaje en absoluto.
Mejor que dure muchos años,
y ya anciano recales en la isla,
rico con cuanto ganaste en el camino,
sin esperar que te dé riquezas Ítaca.

Ítaca te dio el bello viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene más que darte.

Y si pobre la encuentras, Ítaca no te engañó.
Así sabio como te hiciste, con tanta experiencia,
comprenderás ya qué significan las Ítacas.

Lobo de Bar dijo...

Gracias por los poemas, Rouse, me han encantado. Aún sin conocerme mucho creo que los seleccionas con gran tino. El primero tan pesimista (no busques ni camino ni barco para tí) y el segundo tan apropiado para un viajero empedernido como yo... gracias otra vez.

Me alegro de que te hayan gustado las fotos, son sólo una pequeña muestra de los años vividos aquí. Ya iré poniendo más.

Por último, tengo que decir que los goliardos que escribimos este blog, al estar preparando una conjura de incalculables consecuencias en la política y cultura internacionales, somos muy reacios a mostrarnos retratados. No obstante, dado nuestro narcisismo, no negamos categóricamente el aparecer algún día.